sábado, 1 de noviembre de 2008

Te comparto...


Te comparto el mar ficticio de tu cabeza, te convido de tu vida, métele el dedo como a la mermelada, pruébala, es riquísima entre las piernas. Sal y mira tu boca, sonríe, sal y mira sus besos .

miércoles, 29 de octubre de 2008

Welcome to the Island of Circe and Calipso



En estos lugares arden perfumes de sal, se desploman carteras y rascacielos. El aliento se lleva las profundidades y brillan gladeadores besos sobre la carne.

miércoles, 23 de abril de 2008

Animales







“Serpientes de niebla de río se deslizan lentamente. De sumideros, grietas, pozos negros, montones de basura, se elevan por todas partes humos ardientes. Un fulgor relampaguea al sur más allá de la desembocadura del río.” J. Joyce Ulises


En aquel lugar lleno de criaturas sin sentimietos, uno tiende a mudar la carne hechizado por extraños instintos, es difícil saber cuando se ha perdido la cabeza... Al principio puedes tomar atajos, avanzar por azoteas, viajar en domos de viceras , puedes correr por el drenaje y avanzar más rápido cubriéndote de calamares; pero no sé si en esta ocasión quién los trae cuente con los contactos suficientes, siempre se han necesitado, pero ahora son impresindibles para llegar al menos con las piernas en su lugar, no sé si podrán ir por la niebla sin saber respirar su véneno. Cientos de animales, emplumados, rastreros, lúbricos, dentados y escamosos se desplazan sin control, se les escucha a veces decir que han vuelto a casa junto a su mujer mientras muerden un pedazo de lodo.



La furia marina, se arrastra compulsivamente en sus fluidos (semen, mierda, sangre, pensamiento,vómito, sudor, ect....) puede producirte una infección letal.

lunes, 21 de abril de 2008

Abril, el mes más cruel



El DOSEL del río se ha roto: los ultimos dedos de las hojas

se aferran y se sumen en la humeda ribera.
El viento cruza silenciosamente, la tierra parda.
Las ninfas se han marchado T.S.Eliot Tierra Baldia




-De regreso a casa viejo Ulises-


- ahora tendrás tiempo para morir -

En casa nos recuperábamos de la noche anterior, compramos bebidas y comida para la resaca, sólo necesitábamos descansar un poco, tuvimos tiempo incluso para compartir la mesa, -comed y bebed que es sangre de mi sangre- . Los huesos me punzaban un poco observándoles, entonces prendí el televisor y deje de escucharlos perdiendome a las tetas de una amazona en el canal porno. Al final de la noche, nos libramos de aquellas mujeres enloquecidas. Todos los fantasmas se disuelven por la mañana en casa- dije tomando el control de la tv -sólo queda la tierra seca, concreto añil, dando un abrazo intestinal al mundo-. Una voz abre mis oídos, es un chorro de agua zumbando en la cabeza, la televisión parpadea y me ciega un instante. Las ventanas están abiertas, se han descorrido las cortinas, -algún fantasma?- no digas mamadas-. La casa esta siendo tomada por una canción; es el vecina cantando otra vez esa canción...


“Ah, amigo mío, usted no sabe, no sabe

lo que es la vida, usted que la tiene en sus manos”;

“usted que la deja nadando en marfil,

no sabe que es cruel y no dura una imagen suya.

“Pero con estos atardeceres de abril, no sé por qué

me recuerdan mi vida enterrada, y la primavera en París.”....


He cerrado todo, voy a dormir un poco, quiero llegar temprano al trabajo, hay muchas cosas que hacer mañana, espero tener tiempo por la tarde, he quedado con alguien para ir la cine...(un hermétismo para mis oidos, -no es posible- un eco de la canción sigue aleteando por el cuarto...)

"Abril... engendra lilas de la tierra muerta,

mezcla recuerdos y anhelos, despierta
inertes raíces con lluvias de primavera"



sábado, 19 de abril de 2008

Eter



Lo inexpresable pasó por mi cabeza por segunda vez.
!y sigo sin poder decirlo!

viernes, 18 de abril de 2008

Cita en Nighttown


La mirada singular de una mujer galante
que se dirige hacia nosotros como el rayo blanco
que la luna ondulante envía al lago estremecido,
cuando ella allí quiere bañar su belleza fascinante. Baudalaire. El vino del solitario
.

El húmedo reflejo de su mirada, una secreta herida que repite tentaciones que hicieron islas desiertas y ardientes a más de un cuerpo. Déjame beber las dulces gotas del rocio que humedece la rosa herida, circula en el árbol de mis venas, envenena mi lengua… Aparece un perro con plumas en la boca dando sacudidas, casi sofocado, me enseña el hocico lleno de carroña. Todo se desvanece de inmediato - una voz en el fondo de la oficina nos ordena: atiendan sus intereses señores!- con un fuerte chillido de hiena el jefe moviliza cientos de golpeteos sobre las máquinas de escribir, hasta quedar diluida su voz en el ruido del trabajo. Aquella rata halada no logra dominar todos los pensamientos, pero los dominan la operación incesante de las ocupaciones.

Por la noche, en una extensión de avenidas pixeladas, llenas de señales y direcciones, fui a alcanzar a mis compañeros que se dirigían por los puteros. En el camino tropecé con un hombre que se calentaba la cabeza prendiendo fuego a la basura de la imprenta, movió sus carnes de chivo y –me dijo algo excitado –si hay algo que ya no use, yo le podría sacar algún provecho- insistió varias veces hasta molestarme, camine de prisa y logré perderme en el frenesí violento de unos loros que habían dejado escapar cerca del mercado, entonces me olvide del viejo pirómano y seguí buscando a Bella Cohen, la mujer que ahora hospedaba a mis compañeros.

“Serpientes de niebla de río se deslizan lentamente. De sumideros, grietas, pozos negros, montones de basura, se elevan por todas partes humos perezosos. Un fulgor relampaguea al sur más allá de la desembocadura del río.” J. Joyce Ulises

Aquel lugar, parecía poblado de criaturas sin sentimientos, mudaban sus carnes, hechizados por sus instintos como serpientes. Me apresure tomando un atajo, logre pasar de largo como un sordo frente a la música que retorcía las cabezas de elefante en el kiosco. Cientos de animales emplumados, rastreros, lúbricos, dentados y escamosos danzaban como hechizados. Al final termine exhausto de regreso a casa, llevaba encima la piel de un camaleón; deje diluir un par de sueños bajo sus colores hasta el día siguiente y sin saber como le habia traido simplemente la guarde en el closet para alguna buena ocasión.



Referencias:
Joyce. Ulises
Adorno Dilectica de la ilustración
Ilustración: Sin titulo, propia